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viernes, 25 de diciembre de 2015

Se está yendo Hugo


Como suele suceder dentro de los geriátricos, Hugo, un amigo de mi padre, se está desvaneciendo despacito. 

Hugo tuvo hace muchos años un ACV por un stress mental. Debe tener unos 40 años, está en silla de ruedas, mueve una sola mano, le cuesta hablar y en estos últimos días, ya tiene que llevar la bolsita porque sus riñones están dejando de funcionar. 

Hugo y yo nos entendemos y nos apreciamos mucho, cuando me ve llegar su sonrisa se expande como si en verdad yo fuese una visita para él y no para mi padre. 

Es real que muchas veces converso más con Hugo que con mi padre, que se suele quedar dormido en la mitad de una charla y con quien lamentablemente nunca tuve demasiado para compartir. 

Hugo adora mi mundo universitario, lo espera con ansias, absorbe mis conversaciones sobre las dos universidades donde trabajo, sobre alemán, ruso, latín, esperanto, ajedrez, porque ese era su mundo, un mundo igual que el mío y un día hizo "clic" y tuvo que dejar sus libros, sus estudios, sus bibliotecas, su computadora, sus apuntes y quedar encerrado de por vida dentro de un geriátrico. 

Hugo espera mis novedades académicas, desde el calendario de exámenes, hasta el comentario sobre un nuevo libro de Noé Jitrik.

Ayer cuando me vio entrar, desesperó por saludarme, levantó su mano derecha y la sacudió en el aire; me acerqué y lo saludé con gran sonrisa y alegría. 

Hace unos meses, tuve la sensación de un imposible: haberme enamorado de Hugo, quizás por ser para él una mensajera que le lleva de alguna manera lo que perdió, quizás porque no hay vuelta que darle y un cerebro y un corazón me pueden millones de veces más que una musculatura, que un peinado, que una piel bronceada, que la buena ropa. 

Resignado a su andar en ruedas, a que le tengan que dar de comer en la boca porque no puede tomar una cuchara y todo debe ser tipo papilla porque no puede tragar sólidos, Hugo pasa sus días entre la TV, donde los canales argentinos sólo han sabido expeler odio y ahora son, después de las elecciones, la fiel demostración de la veracidad del lema latino: "Risus abundat in ore stultorum" y su mente aún ágil y despierta sabe que puede repasar todo lo aprendido y se evade en su mundo de fórmulas químicas, de poesías y cuentos, de grandes novelas, de enfermedades y sus posibles curaciones, de tomos enteros de medicina, de enroques y celadas, de un poco de ruso, latín y alemán. 

Dentro de un rato, vuelvo a ir al geriátrico y volveremos a saludarnos con la alegre y cómplice sonrisa de los que se entienden más allá de las palabras. 

Violeta.-

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