En el estacionamiento del Tenis Club.
-
¡Pérez
Mendoza! ¿Cómo le va?
-
Para el culo.
-
Usted siempre
tan optimista…
-
¿Cómo quiere
que me vaya en este país de mierda? Uno más ladrón que el otro. Se la pasan de
joda en joda y… el país mientras tanto se va a la mierda. Acá el que no corre,
vuela. ¿No leyó el diario hoy?
-
No, los
viernes por la mañana voy un rato más tarde a trabajar para poder desayunar con
los chicos. A propósito, esta es mi nena, la más grande, toda una tenista.
-
¡Felicitaciones!
¿Vos sos Renata? – dirigiéndose a la nena.
-
No, yo soy
Isabella. Perdón; papá, allá está Santina, me voy con ella a los vestuarios.
-
Dale. – le
dice el padre
-
Educadita la
piba, eh?
-
Sí, a Dios
gracias. – dirigiéndose a Pérez Mendoza – Hace mucho que no lo veía por acá.
¿En qué anda?
-
¡Uf! Si le
cuento. Hace como cuatro meses conocí a una minita que me voló la cabeza.
-
¿Usted es o…
era casado? ¿No es así?
-
Era… mi ex me
descubrió por los boludos de los vecinos del 14 A . Mire, le dije a mi ex
que me iba a un congreso a Pinamar, todo bien, me creyó; obvio, me fui con la
minita. No va que allá estaban los vecinos. Yo ni me di cuenta. Estaban
filmando no sé qué boludez de la Beach-Polo World Cup y salí con la mina en la
filmación a los chupones limpios.
-
Digamos
entonces que su ex vio la filmación en la casa de los vecinos.
-
Sí, va una
vez por semana a tomar el té. Y claro, se fue todo al carajo…
(Retiran cada uno sus
raquetas y sus bolsos y siguen camino a los vestuarios de los hombres.)
En los vestuarios mientras se
cambian, Pérez Mendoza saca un papel del bolso.
-
Le hago una
consultita. – Dice Pérez Mendoza
-
Diga Usted.
-
Mire, me
llegó esto a la oficina. Tengo que pagar como 26.000 mangos. ¿Habrá alguna
posibilidad de moratoria?
-
Por lo que
veo usted se ha atrasado bastante en los pagos.
-
Un poco.
-
Sí, pero las
moratorias salen en diciembre, se le va a acumular demasiado.
-
¡Qué joderse!
¡Me lo imaginaba! Ayer pagué la tarjeta de crédito, la gold, vio, 150.000
mangos. Me dejó k.o.
-
Bien, para el
mes próximo se le va a acumular un, digamos, 1,8% más y sumándole la cuota,
serían… sí, unos 27.500 pesos, más o menos. Pero lo puede cancelar con la
tarjeta de débito, si tiene...
-
Psé, voy a
ver qué hago. El tema es que como soy monotribustista... Ojo, usted vio,
categoría L. Bueno, pero de todos modos, no es tanto lo que debo.
Yendo hacia las canchas.
-
¿Polvo de
ladrillo o césped sintético? – Pregunta Pérez Mendoza.
-
Polvo de ladrillo me parece bien.
-
¡Señor Pérez
Mendoza! ¡Señor! – llama una jovencita y él se da vuelta para ver quién lo
llama.
-
¿Qué pasa
linda?
-
¿Podría venir
conmigo un momentito? El señor Smith desea hablar con usted.
-
¡Uf! ¿Y ahora
qué pasa? – Mira a su compañero de juego y le dice: - ¿Me espera un ratito? Ya
vuelvo.
-
Sí, por
supuesto, mientras tanto hago unos ejercicios de precalentamiento.
En la oficina de Smith.
-
Adelante
señor Pérez Mendoza.
-
Smith, ¿cómo
le va? Tanto tiempo.
-
Bien,
gracias. Mire, aquí tenemos, a ver, bueno, usted está debiendo ya casi un año
de cuotas, ¿sabe?
-
Sí, mañana
cancelo todo, no se haga problema. Sabe qué pasa, como no estuve viniendo…
-
Desde ya, lo
comprendo. De todos modos usted podría haber pagado con tarjeta de crédito. Si
la trajo, lo cancelamos ya mismo. Ah, y otra cosita, por favor, traiga la
próxima vez el certificado médico, el último que tenemos de usted es de hace
dos años.
-
¡Uy! Me
re-olvidé. Acá está la tarjeta.
-
Gracias…
Perdón, hay algo que anda mal con esta tarjeta. ¿No tiene otra?
-
¿No será el
posner?
-
No lo creo…
Bien, hagamos lo siguiente, mañana es sábado, el lunes, por favor cancele todo
en el Banco Municipal de Rosario. ¿Quedó claro?
-
Sí, por
supuesto, no se haga problema, el lunes a primera hora cancelo todo…
En la cancha con el colega.
-
Listo, ya está.
– Dice Pérez Mendoza. – Ya me arrancaron la cabeza.
-
¿Por?
-
Y… debía unas
cuotitas, pelé la tarjeta, no me quedó otra. Encima que no vengo casi nunca,
hay que pagar un dineral… ¡Pero ché! Esta cancha está asquerosa. ¡Esto no es
polvo de ladrillo, esto es una camionada de arcilla del arroyo Saladillo!
-
No la veo tan
mal. ¿Jugamos?
-
Pero hasta la
red está floja, mire.
-
A mí me
parece que está bien.
-
Bueh, si a
usted le parece… juguemos nomás.
Ambos jugadores se posicionan para
comenzar el partido. En eso, suena el celular de Pérez Mendoza.
-
Perdón, me
están llamando. ¿Hola? ¿Qué carajo te pasa ahora? … ¿Ah sí? ¿No me digás? …
¿Pero qué mambo tenés vos en la cabeza? Ni en pedo, me escuchás, ni en pedo…
Andá a laburar más horas si querés guita. … ¡No! … ¡No te lo voy a dar! … ¡Ma
sí, vos y tus delirios! … No me jodás más, entendiste?
-
Disculpe,
Pérez Mendoza. ¿Qué le pasó?
-
Nada, mi ex…
Quiere que le pague la escuela a las nenas, quiere el divorcio, qué sé yo, me
tiene podrido…
Suena nuevamente el celular de Pérez
Mendoza. Atiende la llamada.
-
¿Y ahora qué
mierda pasa?
-
Su saldo es
de cero pesos con cero centavos. – Dice una contestadora automática.
-
¡Será
posible! ¡Todo anda para el culo! Ahora me dice la contestadora que tengo cero
peso.
-
¿Habrá
consumido todo el crédito?
-
¡Qué sé yo!
Ni me acuerdo cuando fue que pagué la última factura. Estos hijos de puta son
capaces de cortarme la línea.
Llega Rodríguez y saluda a ambos
jugadores.
-
Señores,
¿cómo les va? – saluda Rodríguez.
-
Bien. –
responden a dúo.
-
Pérez Mendoza,
no se ofenda, pero mire, se me acaba de hacer pedazos la raqueta. ¿No me la
puede devolver? Digo, la que tiene en la mano, es mía, se la presté hace como
un año.
-
¿Esta?
-
Sí, esa.
-
Pero che,
será posible. ¡Hoy todo me sale para el culo! ¡Ni siquiera puedo jugar un
partidito! ¡Ma sí, acá la tiene! Uno quiere hacer algo y no se puede hacer
nada…
Pérez Mendoza se va ofendido
directamente al estacionamiento, da marcha atrás, presiona el acelerador a
fondo y choca contra un vehículo que estaba entrando lentamente al Tenis Club.
-
¡Qué te pasa
paspado! ¿Cómo no mirás antes de entrar? ¿No ves que estoy saliendo?
-
¿Qué te pasa
a vos? ¡Mirá como me dejaste el auto!
-
¿Te duele
algo?
-
No, estoy
bien, gracias a Dios estoy bien…
-
¡Jodete,
entonces!
-
Jodete nada,
mostrame el seguro y los papeles de tu auto, voy a la policía y hago la
denuncia.
-
¿Quéeeeeeeeeeee?
¿Por ese magullón tanto quilombo?
-
Sí, por este
magullón, tanto quilombo.
-
¡Será
posible, che! ¡Qué puto país este! Si uno viviese en Europa, todo esto no
pasaría…
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