Un hombre encontró una lámpara maravillosa,
la frotó y entre nubes emergió un genio.
El genio habló al hombre y le dijo: “Es
inútil que pidas tres deseos porque en diez minutos morirás.”
El hombre se entristeció de inmediato y
preguntó al genio: “¿Puedo pedir la inmortalidad?”
El genio lo observó y respondió: “Sí, pero
a escala humana.”
El hombre no entendió y volvió a preguntar:
“¿Cómo es eso?”
El genio respiró profundamente y le mostró
en una nube refulgente la escena del momento en la que el hombre encuentra la
lámpara y dijo: “Tu eternidad será repetir todos los días este encuentro hasta
que decidas morir; porque nada es eterno, ni tan siquiera los dioses que amas e
invocas son eternos, también ellos mueren, e incluso, los Dioses de los dioses
de quienes nada sabes. Todo se desintegra de tiempo en tiempo y vuelve a surgir,
también será así para esa planta y para esa piedra que están a tu lado y muchas
cosas que tus ojos no pueden ver. ”
Entonces el hombre respondió al genio:
“Gracias.” Apoyó la lámpara sobre el suelo y se retiró del lugar.
Violeta Paula Cappella