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sábado, 16 de enero de 2016

Historias Derechas y Argentinas

Historias derechas y argentinas: Don Macartón

Yendo en taxi hasta la Estación Terminal de Ómnibus Mariano Moreno, el taxista, quien me pareció conocido, resultó ser un vecino del barrio donde viví algunos meses.

Claro que el taxista no pasaba desapercibido. Hijo de inmigrantes irlandeses, era colorado como un tomate y si se enojaba, se ponía bordó. Su apellido original era Mac Arton y alguien del registro civil lo deformó en Macartón y así quedó. Don Macartón entonces pasó a narrarme las novedades del barrio:

“Uh, ha cambiado mucho el barrio, hay gente nueva; llegaron dos chinos solterones, don  Ka-Chu-Chang y Kon Chu Do que abrieron un supermercadito. Te imaginás que nosotros, que somos argentinos y patriotas, no hablamos chino y les decimos Don Cachucha y al otro Don Conchudo, pero bueno, ellos qué saben. Don Conchudo se nacionalizó argentino porque se casó con la solterona esa, la maestra del Colegio de Señoritas Don Dildo de la Verga, la Tía Poronguita, la que fue secretaria de Don Dildo en el hotel. Y Don Dildo se murió en el año 2.000; el médico forense dijo que fue de Onanismus Severus. Muy bueno el hombre, pero siempre con el problema de los huesitos, viste? Y eso que de chiquito, solito se fue al campito de enfrente a tomar leche de toro – pero por eso ninguna mujer lo quería porque tenía olor a bolas de toro. ¡Uf, si le habrá hecho pajas al toro ese!” - El taxista me mira por el espejito retrovisor y se dio cuenta que estaba a punto de vomitar, cambió el tuteo por el “usted” y siguió: “Bueno, la cosa es que la tía Poronguita a Ud. la detesta, vio? Vamos a decir la verdad, porque Ud. es zurdita, no es así? Bueno, la detesta por lo del ajedrez. Ella dice que Ud. es una depravada y que a los niños no hay que enseñarles juegos donde los negros tengan las mismas oportunidades que los blancos y puedan ganar; y además eso de que un peón de mierda se pueda comer a una Dama es cosa de peronistas. Así que la Tía Poronguita logró que no se dé más ajedrez en el colegio, aparte hace unos meses, gracias a la gestión del Partido Estandarte Nacionalista Vecinal, tenemos los sábados y domingos casino en el salón actos y esas cosas vienen bien para ganar plata, la gente se entretiene sanamente y eso es importante. Y Don Conchudo, que es gente bien a pesar de ser chino, cuando la Tía Poronguita se jubiló, le propuso matrimonio porque ya podía ser buena ama de casa y hacer todo lo que tiene que hacer una mujer adentro en el hogar.”

Don Macartón debe haber visto mi cara de horror frente a todo el relato, pero insistió, después de un breve e incómodo silencio, con su monólogo.

“Bueno… Le voy a contar ahora algo es-pec-ta-cu-lar. Vio que Don Dildo, que fundó el colegio cuando le tiraron la bronca por lo del Hotel “Gatitas en celo” que tenía allá por Circunvalación, a ver, que no joda la gente, el tipo era un empresario en serio y estaba cagado en guita y encima era re-humilde y seguía viviendo en el barrio. O sea, cuando se murió, como él, pobrecito, no tenía hijos, le dejó toda, toda la plata a la Parroquia, pero ese curita nuevo, ese zurdito como Usted, el Padre Kevin, no aceptó la plata, así que fue a parar todo al colegio y ahora, además del secundario, van a abrir una Universidad. Mire Usted, las vueltas de la vida, si hubiese estado el Padre José… ¿Se acuerda Ud. del Padre José?” – Negué con la cabeza – ¡Ah, cierto que Usted no iba a misa! Le cuento: el Padre José, que en paz descanse, era un cura en serio, no como este zurdito que tenemos ahora que es de esos “tercermundistas”, por eso no va nadie a la iglesia, está llena de los negros de la villa; bueno, el Padre José se vino de España al poquito tiempo que se murió Franco, porque claro, allá todo se vino a pique, imagínese, Franco era un tipo que tenía a todo el mundo zumbando, pero bien, porque así tiene que ser, y si hay que cortar cabeza m’hija a todos estos negros de mierda, a mí me parece perfecto. Entonces, el Padre José justo llega en marzo del ’76 y se volvió a sentir en su casa cuando asumió la Junta Militar. Y bueno, si hubiese estado el Padre José, que en paz descanse, ahora tendríamos una iglesia de la puta madre. Pero vio como son las cosas, no hay mal que por bien no venga. Ah y otra cosa más, se acuerda de la chica esa tan linda, la novia de Astiz y de otros más, que era re-famosa y decía unos discursos geniales, ella va a venir a la inauguración de la Universidad, porque ahora con el cambio Don Conchudo y la Tía Poronguita, le propusieron al Ministro de educación nuevo que todas las escuelas sean privadas desde el jardín de infantes nomás y muy caras, cosa de que los negros de mierda no vayan a estudiar porque lo único que hacen es calentar asiento con el culo y no aprenden un sorete de educación, y entonces, la idea de Don Conchudo y de la Tía Poronguita es que la Universidad, para los que terminan con buenas notas sea un poco gratis y tengan donde sentarse en el aula, los demás, tendrán que estudiar como se lo merecen por vagos de mierda, parados o sentados en el piso y para ellos habrá una cuota especial. Usted no sabe lo feliz que estoy con el cambio, porque este sí va a ser un gobierno en serio, porque acá m’hija, y Usted que es persona inteligente tiene que entender, no hay otra cosa que mueva más el cerebro que la guita. Porque el que tiene guita es gente bien y hay que separar las aguas finalmente. Mire, ve todos esos negros abriendo las puertas de los taxis, a esos hay que cagarlos a palos a todos porque son todos unos maleducados. Yo creo que ahora todo va a volver a cambiar como era antes y va a venir la mano dura y está bueno eso, porque esta gente no debe tener derechos, si son todos negros… Vio los artesanos que estaban en la Placita, bueno, los rajamos a todos a la mierda, si son todos unos vagos que hacen porquerías, unos colgantitos que son una cagada, pulseritas y todas esas chanchadas que se ponen las pendejas putitas… Y dígame, ¿Usted por qué se fue del barrio?” – Tragué saliva, me toqué mis aritos comprados en la Feria de Artesanos y allí estaban… Acabábamos de llegar a la Estación, le pagué a Don Macartón, le di una abultada propina al abrepuertas y corrí hasta la plataforma 3, me subí al micro, abrí mi mochila y me puse a leer  unos apuntes de Antonio Gramsci y pensé en qué habría dicho una eminencia como él frente a tanto odio concentrado en un solo barrio y allí estaba la respuesta: “El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos…”

Violeta Paula Cappella