Historias
derechas y argentinas: Don Macartón
Yendo en
taxi hasta la Estación Terminal de Ómnibus Mariano Moreno, el taxista, quien me
pareció conocido, resultó ser un vecino del barrio donde viví algunos meses.
Claro
que el taxista no pasaba desapercibido. Hijo de inmigrantes irlandeses, era
colorado como un tomate y si se enojaba, se ponía bordó. Su apellido original
era Mac Arton y alguien del registro civil lo deformó en Macartón y así quedó. Don
Macartón entonces pasó a narrarme las novedades del barrio:
“Uh, ha
cambiado mucho el barrio, hay gente nueva; llegaron dos chinos solterones, don Ka-Chu-Chang y Kon Chu Do que abrieron un
supermercadito. Te imaginás que nosotros, que somos argentinos y patriotas, no
hablamos chino y les decimos Don Cachucha y al otro Don Conchudo, pero bueno,
ellos qué saben. Don Conchudo se nacionalizó argentino porque se casó con la
solterona esa, la maestra del Colegio de Señoritas Don Dildo de la Verga, la
Tía Poronguita, la que fue secretaria de Don Dildo en el hotel. Y Don Dildo se
murió en el año 2.000; el médico forense dijo que fue de Onanismus Severus. Muy
bueno el hombre, pero siempre con el problema de los huesitos, viste? Y eso que
de chiquito, solito se fue al campito de enfrente a tomar leche de toro – pero
por eso ninguna mujer lo quería porque tenía olor a bolas de toro. ¡Uf, si le
habrá hecho pajas al toro ese!” - El taxista me mira por el espejito retrovisor
y se dio cuenta que estaba a punto de vomitar, cambió el tuteo por el “usted” y
siguió: “Bueno, la cosa es que la tía Poronguita a Ud. la detesta, vio? Vamos a
decir la verdad, porque Ud. es zurdita, no es así? Bueno, la detesta por lo del
ajedrez. Ella dice que Ud. es una depravada y que a los niños no hay que
enseñarles juegos donde los negros tengan las mismas oportunidades que los
blancos y puedan ganar; y además eso de que un peón de mierda se pueda comer a
una Dama es cosa de peronistas. Así que la Tía Poronguita logró que no se dé
más ajedrez en el colegio, aparte hace unos meses, gracias a la gestión del
Partido Estandarte Nacionalista Vecinal, tenemos los sábados y domingos casino
en el salón actos y esas cosas vienen bien para ganar plata, la gente se
entretiene sanamente y eso es importante. Y Don Conchudo, que es gente bien a
pesar de ser chino, cuando la Tía Poronguita se jubiló, le propuso matrimonio
porque ya podía ser buena ama de casa y hacer todo lo que tiene que hacer una
mujer adentro en el hogar.”
Don Macartón
debe haber visto mi cara de horror frente a todo el relato, pero insistió,
después de un breve e incómodo silencio, con su monólogo.
“Bueno…
Le voy a contar ahora algo es-pec-ta-cu-lar. Vio que Don Dildo, que fundó el
colegio cuando le tiraron la bronca por lo del Hotel “Gatitas en celo” que
tenía allá por Circunvalación, a ver, que no joda la gente, el tipo era un
empresario en serio y estaba cagado en guita y encima era re-humilde y seguía
viviendo en el barrio. O sea, cuando se murió, como él, pobrecito, no tenía
hijos, le dejó toda, toda la plata a la Parroquia, pero ese curita nuevo, ese
zurdito como Usted, el Padre Kevin, no aceptó la plata, así que fue a parar
todo al colegio y ahora, además del secundario, van a abrir una Universidad.
Mire Usted, las vueltas de la vida, si hubiese estado el Padre José… ¿Se
acuerda Ud. del Padre José?” – Negué con la cabeza – ¡Ah, cierto que Usted no
iba a misa! Le cuento: el Padre José, que en paz descanse, era un cura en
serio, no como este zurdito que tenemos ahora que es de esos “tercermundistas”,
por eso no va nadie a la iglesia, está llena de los negros de la villa; bueno,
el Padre José se vino de España al poquito tiempo que se murió Franco, porque
claro, allá todo se vino a pique, imagínese, Franco era un tipo que tenía a
todo el mundo zumbando, pero bien, porque así tiene que ser, y si hay que
cortar cabeza m’hija a todos estos negros de mierda, a mí me parece perfecto.
Entonces, el Padre José justo llega en marzo del ’76 y se volvió a sentir en su
casa cuando asumió la Junta Militar. Y bueno, si hubiese estado el Padre José,
que en paz descanse, ahora tendríamos una iglesia de la puta madre. Pero vio
como son las cosas, no hay mal que por bien no venga. Ah y otra cosa más, se acuerda
de la chica esa tan linda, la novia de Astiz y de otros más, que era re-famosa
y decía unos discursos geniales, ella va a venir a la inauguración de la
Universidad, porque ahora con el cambio
Don Conchudo y la Tía Poronguita, le propusieron al Ministro de educación nuevo
que todas las escuelas sean privadas desde el jardín de infantes nomás y muy
caras, cosa de que los negros de mierda no vayan a estudiar porque lo único que
hacen es calentar asiento con el culo y no aprenden un sorete de educación, y
entonces, la idea de Don Conchudo y de la Tía Poronguita es que la Universidad,
para los que terminan con buenas notas sea un poco gratis y tengan donde
sentarse en el aula, los demás, tendrán que estudiar como se lo merecen por
vagos de mierda, parados o sentados en el piso y para ellos habrá una cuota
especial. Usted no sabe lo feliz que estoy con el cambio, porque este sí va a ser un gobierno en serio, porque acá
m’hija, y Usted que es persona inteligente tiene que entender, no hay otra cosa
que mueva más el cerebro que la guita. Porque el que tiene guita es gente bien
y hay que separar las aguas finalmente. Mire, ve todos esos negros abriendo las
puertas de los taxis, a esos hay que cagarlos a palos a todos porque son todos
unos maleducados. Yo creo que ahora todo va a volver a cambiar como era antes y va a venir la mano dura y está bueno eso,
porque esta gente no debe tener derechos, si son todos negros… Vio los
artesanos que estaban en la Placita, bueno, los rajamos a todos a la mierda, si
son todos unos vagos que hacen porquerías, unos colgantitos que son una cagada,
pulseritas y todas esas chanchadas que se ponen las pendejas putitas… Y
dígame, ¿Usted por qué se fue del barrio?” – Tragué saliva, me toqué mis aritos
comprados en la Feria de Artesanos y allí estaban… Acabábamos de llegar a la
Estación, le pagué a Don Macartón, le di una abultada propina al abrepuertas y
corrí hasta la plataforma 3, me subí al micro, abrí mi mochila y me puse a leer
unos apuntes de Antonio Gramsci y pensé
en qué habría dicho una eminencia como él frente a tanto odio concentrado en un
solo barrio y allí estaba la respuesta: “El viejo mundo se muere. El nuevo tarda
en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos…”
Violeta Paula Cappella
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