La gitana le dijo que la venganza no era buena compañera y que sus ojos se
volverían de sangre y oscuridad. La piba la miró con desprecio, le tiró unas
monedas y se fue corriendo hacia el baldío. La gatita morisca la vio y escapó
por los techos hasta llegar a su tienda.
La piba se acomodó la minifalda, amenazó e insultó a la gatita. Luego, ella se dirigió a la casa de la curandera del barrio para
reclamarle que sus ojos no habían cambiado de color y quería ojos claros como
los gatos. La vieja le había dicho que cambiarían cuando naciera una gatita
morisca color caramelo el día de la Luna Nueva de Carnaval. Y Carnaval había
pasado ya hacía más de seis meses y nada había mutado en su iris. Los dos gatos del carnicero la escucharon, se miraron y fueron a dar aviso a los gatos de la Biblioteca Popular.
La vieja abrió la puerta y la piba entró enfurecida vociferando una y mil
inmundicias contra la gatita.
La vieja le dijo que se deje de molestar, que se compre lentes de contacto
del color que quiera, que había recibido el dinero en Carnaval y se lo había gastado
en estupideces. La piba la miró con furia y dijo que sí, que había recibido el
dinero de su abuelo y que no quiso comprarse los lentes de contacto, porque
quería ojos claros verdaderos.
La vieja la despachó y le dijo que estaba loca. La piba cerró los puños
como para golpearla, le escupió el rostro y se fue corriendo.
Siete gatos se reunieron en el baldío a la espera de la piba; el más
anciano leyó sus pensamientos: “Le voy a arrancar los ojos a esa gatita de
mierda.” – y maulló a sus compañeros lo que había percibido más
allá de las voces.
La Luna Llena de agosto, una Luna leonina, habló a los gatos (los gatos y
la Luna suelen tener gratas charlas, reservadas sólo para quienes entienden el
arte de conversar con los astros) y les dijo que los iba a ayudar, porque la
Luna también es felina y las leyendas cuentan que el Sol, convertido en León,
se enlazó en amores con una Pantera y de esa unión nació la Luna, Reina de la Noche,
negra como pantera cuando es Nueva y dorada como un león al atardecer cuando se
llena y asoma sobre el Paraná.
La gatita morisca de ojos color aceituna se asomó por el tapial, vio a la
piba y escuchó que le gritaba toda clase de groserías y habló de venganzas. Los
gitanos la oyeron, echaron salvia, menta y romero al fuego y llamaron a su
gatita.
La gitana que le había leído el destino a la piba salió de su tienda y le
dijo en voz alta y con acento andaluz, que nunca le haga daño a un gato, porque
los gatos son Bastet y San Francisco de Asís los protege de todo mal.
La piba se acomodó la minifalda, le hizo una seña obscena con el dedo medio
a la gitana y se metió en el baldío para arrancarle los ojos a la gatita
morisca.
La Luna se apareció súbitamente tras las figuras de los edificios y se vio
en su rostro a una leona albina de ojos color de selva. Los gitanos la vieron y
los gatos también.
La piba, ajena a los signos del cielo, se lanzó a la caza de la gatita y
trepó el tapial.
Los siete gatos escucharon el aullido del husky, hijo del lobo y de la
Luna, y supieron que esa era la señal.
La Luna se oscureció y se convirtió en Yaguarundí, se posó al lado de la
gatita morisca y maulló como sólo lo saben hacer los felinos salvajes.
La piba, lejos de asustarse, se llenó de ira y se acercó para arrancarle
los ojos a la Luna.
La Luna de un zarpazo le arrancó ambos ojos y le dejó en su rostro la marca
de cuatro garras gatunas, salvajes, ardientes, punzantes, dolorosas a más no
poder.
La Luna conjuró a la piba transformándola en rata ciega y los gatos se
lanzaron sobre ella y la devoraron.
Sólo la gitana vio el final, cuando la cola de la rata era sorbida cual
largo spaghetti por la gatita morisca de ojos color aceituna y el husky masticaba
la cabeza, despedazando los huesos del cráneo y escupiendo los bigotes, que por cierto, son muy indigestos porque hacen cosquillas en el estómago.
Nadie más la ha visto
Nadie más la vio
La Luna la ha hechizado
Y en rata la transformó
Cazáronla los felinos
Y ni el cráneo se encontró
Ni Dios desde las alturas
Le dio un poquito de perdón
Quiso los ojos de gato
Y Bastet los suyos llevó
Tragóle un husky el cráneo
Y los bigotes escupió
Ay, la gatita morisca
Ojos color de aceituna
Te ha salvado la gitana Luna,
La que en piel de gato bajó
Ay, la Luna gitana
La que dijo que venganza, no
No me dañes los felinos
Maldigo al cazador
Ay, mi gatita morisca
Siete vidas San Francisco te dio
Una se la llevó la Luna
Seis son para vos
Ay, lunita gatuna
Luna de Yaguarundí
Protege a mi gatita
Y protégeme a mí
(Canción de cuna de los gitanos del Barrio Las
Delicias, Rosario)
Violeta Paula Cappella.-
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