Por Alice Amanda de Cappella
El martes 31 de mayo
próximo pasado, siendo aproximadamente las 20:30 horas, concurrieron a local de
calle Corrientes al 400 de esta ciudad, un grupo compuesto por unas 15
personas.
Las mismas habían
sido citadas con antelación por la Sacerdotisa maría Luisa, con quien se
reunieron en el más alejado salón del edificio.
Allí se produjo una
experiencia milenaria y milagrosa.
Todas las personas
que allí estaban, habían previamente volcado en papeles la imaginación de sus
mentes.
Los escritos fueron
entregados semanalmente a la Sacerdotisa “siempre los días martes”. Ella los
encarpetaba y luego en la torreta de su castillo, corregía errores.
Cuando llegó el día
martes 31 (el 13 al revés), María Luisa abrió su carpeta y deshojándola, comenzó
a hacer sonoros aquellos hipnóticos relatos, productos de la imaginación de las
mentes.
Primero fue el
embrujo de las palabras ignotas, algunas de las cuales eran conocidas solo por
ella, sin embargo entregó la fórmula para entender lo que iba leyendo.
Siguió con la de los
neófitos: “La odisea de intentar subrayar con la palabra”. Y fue mágico.
Comenzó con “El
pequeño Cachito y su inocencia”, siguió con “Marilyn y su venganza”, luego
interpretó a la niña que festejaba sus tres añitos de modo inusual, prosiguió
con “El amor de Bochi a su nieto”, dejó abatidos de tristeza a los escucha-cuentos
con el “Desempleado empleado”, “El baile en la corte de Francia” hacía suspirar
a más de uno. Con “Los pájaros”, algunos se sintieron cómplices del asesinato
del sordomudo. También llegó el drama del valiente joven que siguió la voz que
provenía de la gruta. Terminó con una ironía por las pasadas elecciones y “La
gracia de Nelly” en su onírico relato.
Todo se vivió bajo el
influjo de la voz de maría Luisa que moduló, interpretó y comentó aquellos
cuentos.
Fue un martes
especial, o tal vez “el especial de los martes”, con la magista “Marilú”,
ocupando el sitial, en esa conjunción de mesas que intenta ser una sola y
grande.
Brindo por el hechizo de esa noche y lo hago con estos versos, cuyo autor es desconocido:
Llena tu copa vacía
Vacía tu copa llena
Nunca la dejes vacía
Y jamás la dejes
llena.
Que así sea.
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