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jueves, 24 de septiembre de 2020

Revelación en Navidad

Por Alice Amanda de Cappella

Es una noche estival de viento tibio, en la que las hojas del muérdago tiemblan ligeramente llenando el aire de un crepitar de ramas verdes y hojas caducas. Escucho asombrada, el aleteo de un gran pájaro. 

Me apoyo sobre el marco de la ventana abierta, tratando de divisar el ave que se mueve en la oscuridad. 

La luna solo muestra su mitad en el cielo estrellado.

Las ramas del muérdago vuelven a estremecerse; un escalofrío recorre mi cuerpo.

De pronto, el viento cesa, una pequeña nube cubre parcialmente la luna segmentada. 

Como nunca antes, me siento parte del misterio navideño que me rodea. Una música lejana, celestial y calma me arrulla y adormece. 

Me acuesto, las sábanas están frescas y perfumadas, cierro los ojos y me duermo al instante. 

Entro en un sueño donde hay ángeles de brillantes colores que iluminan las ramas del muérdago. Luego, los ángeles entran repentinamente dentro de mi habitación y se ríen suavemente al verse multiplicados en los espejos.

Me despierto con una sensación de paz infinita. Hay aroma a incienso y mirra que impregnan mi alcoba. Me acerco lentamente a la ventana y entre las hojas espinosas del muérdago hay enredada una pequeña pluma dorada. 



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