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viernes, 18 de septiembre de 2020

El hijo de Edipo


Por Alice A. de Cappella

Norma se miró al espejo satisfecha. ¿Vale la pena? Oh, sí, vale la pena. Norma se siente prefecta; no se va a dejar vencer por sus 65 años y siente que tiene los años que demuestra. Hubo días en los que quiso dejar todo, abandonar toda actividad, incluso aquellas que eran constructivas y caritativas. Hoy, sin embargo, se siente espléndida, considera que ha sido premiada. 

Lifting, shiatsu, alimentación racional, cursos de expresión corporal, ondas rusas, terapia de ozono, ácido hialurónico, yoga, musicoterapia y armonización psicofísica, todas tareas que hacen de la edad un tema lejano, ella no se dejó estar y a esto le sumó la maravillosa Teresita Ludman, psicóloga transpersonal. Los mensajes de Andrés, el profesor de pintura de mandalas con CDs viejos también contribuyeron a elevar el espíritu. 

La sonrisa, blanca inmaculada, se la debe a Damián, el dentista; en realidad no se los debe porque pagó hasta el último centavo. La tarjeta de crédito temblaba cada vez que iba al dentista.

Irma, la podóloga hizo esculturas maravillosas de sus pies, las sandalias son un placer, el andar es sobre nubes; no hay durezas, ni uñas que molesten, todo es suavidad. 

Hay que salir y mostrarse. El cumpoleaños es una buena excusa para ser admirada por las amigas. Matilde se va a caer de espaldas cuando vea el nuevo tono del cabello porque ella, tan pesimista, siempre decía "¿Y todavía tenés ganas de festejar?".

Oops, cómo la mira ese señor que está allá; jamás habría pensado que podría llegar a seducir a esta edad y hay que ver que no tiene más de... ¿40 años? Nervios, se siente nerviosa as más no poder. ¡No le saca los ojos de encima! 

El joven de 40 y algo se acerca y le dice: "Perdone, señora, mi gran atrevimiento, está Usted tan elegantemente vestida, tan pulcra y distinguida, tan bonita..." Ella se exalta y le responde: "Bueno, joven, no me mire así, hay mujeres mucho más bonitas que yo y de su edad; no entiendo qué pretende Usted de mí..."

Él con cierta tristeza en el rostro que no puede ocultar, dice finalmente: "Es que... perdone, mil disculpas, pero sabe qué, Usted se parece tanto a mi madre y ella, en fin, ella falleció hace unas semanas, perdone usted señora..." Y el apuesto joven de 40 y algo, comenzó a llorar. 

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