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jueves, 10 de septiembre de 2020

El viento

 


Por Violeta Paula Cappella

El viento es fuerte hoy.

Se cuela por las hendijas y silva como en un castillo medieval.

Cierro bien las persianas para que se deje de cantar como lo hacen los fantasmas en las películas del cine. Ya no lo escucho más.


Afuera, se ve el viento pasar entre las plantas del balcón, las azota sin piedad por un instante y luego para; se ve que está juntando aire en las nubes (que son sus pulmones) y dentro de un ratito, lo va a soltar otra vez más.


Mi gato mira por la ventana y en sus ojos de esmeraldas se ve todo el paisaje de esta parte de la ciudad.

 

El sol se está yendo y tengo dentro del living un reflejo que viene y va, un destello que no se cansa de danzar con el viento: es un rayo de sol que ha caído sobre un gracioso móvil hecho con espejitos viejos.


Mi gato sigue el movimiento del reflejo redondo y desea cazarlo cual presa de gran valor y entre sus deditos, pasa el rayo de sol fugaz, ligero, liviano y escurridizo y él insiste en quererlo atrapar.


El viento voltea objetos en los balcones y terrazas; se escuchan ruidos latosos y secos y después, algo que rueda y da contra una pared.


Solo mi cactus es firme contra el viento. Se mantiene enhiesto y duro, nada en él se mueve; quizás goce este momento sabiendo que es más el fuerte de todas las plantas y que un viento cualquiera no lo va a torcer.

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