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sábado, 8 de agosto de 2020

Naturaleza muerta

 


Por Alice de Cappella


- Annabelle, ¿con quién hablas?

- Con Quibu, mami.

- Bien, pero ahora, por favor, vengan al comedor porque la merienda está ya lista. 

- Quibu no quiere ir conmigo.

- Está bien, déjalo, si él no quiere tomar el té con leche, no hay problemas.

- Annabelle, ¿cómo es Quibu?

- Chiquitito como yo, ¿no lo ves?

- Sí, pero a veces no lo veo, decime ahora, ¿qué te cuenta? No lo oigo porque habla muy bajito y los he visto conversando.

- Él me cuenta cosas de las plantas, dice que todas las plantas son sus amigas. Pero ahora está muy enojado con vos.

¿Conmigo? ¿Por qué?

- Por esas ramas secas que pusiste en el jarrón, dice que son plantas muertas y a él no le gustan, dice que tenés que sacarlas de allí. 

- Ah, no. ¿Por qué me va a decir qué debo hacer? me parece que esas ramas secas son muy estéticas y quedan muy bien allí. Además, me las regaló papi y un regalo no se tira.

- Yo te digo, mami, Quibu está muy enojado.

- Bien, si él se enoja es su problema, pero no voy a quitar un adorno porque él lo diga. 


Esa noche, la pequeña familia estaba sentada en torno a la mesa, cenando apaciblemente. El gato, que momentos antes estaba dormitando cerca del fuego del hogar, se despertó y corrió a esconderse tras un sillón. Un fuerte estruendo estremeció la casa; los padres y Annabelle dejaron la cena y fueron a la sala, pues de allí provino el estrépito. El jarrón había caído al piso y los trozos de porcelana estaban esparcidos por todas partes. Las ramas secas parecían trituradas. 

El padre aseguró que el gato había hecho una travesura y había tirado el jarrón, pero Annabelle lo corrigió inmediatamente y dijo: "¡Fue Quibu!". La madre se quedó muda y asintió con la cabeza.

El padre se ofuscó y contestó: "¡Esa historia de fantasía no la tolero más; no hay ningún Quibu!

Annabelle y su madre recogieron los trozos de porcelana del jarrón y las ramas secas sin decir ni una palabra. 

Mientras tanto, el gato deseaba cazar algo que nadie podía ver y el padre de Annabelle lo miró desconcertado.

Annabelle cortó las ramas y las quemó en el fuego del hogar y le dijo a su padre: "Quibu dice que te perdona, ahora está contento. ¿Ves cómo juega con mi gatito?

El padre dice que no, la madre dice que sí y siente una pequeña sensación de complicidad con su hija. 

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