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lunes, 13 de junio de 2016

Historia de Rosario Central



Por octubre de 1889, un grupo de obreros del Ferrocarril Central Argentino se reunía tras la dura labor en terrenos baldíos de Villa Sanguinetti, en el nacimiento casi de la Avenida Alberdi, practicando un fútbol que no conocía reglas fijas, número de jugadores ni duración de los partidos.

La idea era pasar un grato momento, divertirse y crear lazos de respeto y amistad.

Tampoco eran ajenos en los “picados” de Villa Sanguinetti los directivos de la empresa ferroviaria, que vislumbraron la posibilidad de agruparse -fuera del Club Atlético del Rosario, cuya principal actividad deportiva era el cricket- en un club que se dedicara exclusivamente al fútbol.

La idea fue rápidamente propagada por el viejo barrio de Talleres, donde entusiastas rosarinos limpiaron el terreno, montaron un par de arcos con troncos de árboles y acondicionaron a manera de vestuario un viejo vagón abandonado de las inmediaciones.

Antes de la Navidad de 1889, alrededor de setenta personas se citaron en un desaparecido café de la avenida Alberdi y un inglés, Thomas Mutton, propuso formalmente la creación de un club de fútbol, sugiriendo para el mismo el británico nombre de “Central Argentine Railway Club”; por aclamación con palmas, los asistentes a la reunión aprobaron el proyecto, eligiendo presidente de la flamante institución a Mister Colin Bollin Calder, caballero inglés, masón y apasionado por el fútbol.

Los colores que eligieron en un principio para identificar a los jugadores fueron el blanco y rojo, que pronto fueron sustituidos por el blanco y azul, dispuestos en dos grandes cuadros colocados en ambas mitades de la camisa.

Esa original combinación permaneció hasta -se presume- aproximadamente 1904, cuando se adoptó la camiseta azul y amarilla, dispuestos en bastones verticales, que siguen identificando hasta hoy a Rosario Central, tomados de la bandera de un barco sueco anclado en el puerto.

No fue fácil al principio conseguir rivales para el nuevo equipo.

Mister Mulhall, integrante de la comisión directiva, se fatigaba preguntando cada mañana en los muelles de la ciudad a la “pesca” de algún barco inglés cuya tripulación estuviera dispuesta a competir amistosamente con los muchachos de su equipo.



La búsqueda dio sus frutos a mediados de 1890, cuando en el muelle de Comas, ubicado en las inmediaciones de la que hoy es la bajada Sargento Cabral, Mulhall dio con un grupo de animosos marineros de un barco británico -cuyo nombre se perdió en el olvido- que aceptaron enfrentar al equipo local.

Unas 50 personas presenciaron dichos partidos, para los que el Central Argentine Railway Club alistó a once jugadores de ostensible origen británico, varios de ellos, pertenecientes a las antiguas Logias masónicas inglesas: M. Barton; Postell y
Camp; J. Muskett, J. Barton y King; Mc Lean, T. Muskett, Green, Mac Intock y Hooper. 
  


Michael Green  propuso ese mismo año que se permitiera el ingreso como asociados a aquellas personas que no pertenecían a la empresa ferroviaria; se aceptó la innovación, reconociendo a los nuevos socios, pero negándoles voz y voto; no obstante, el mismo Green  decidió “acriollar” el nombre de la entidad y sugirió la nueva denominación: Rosario Central.

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